La monitorización de parámetros de salud como el ritmo cardíaco convierte a los relojes inteligentes en herramientas esenciales para detectar y prevenir enfermedades. Crédito: Kanut Photo.

Cómo los ‘smartwatches’ pueden salvar vidas

Un estudio reciente señala que la monitorización de indicadores cómo la frecuencia cardíaca a través del procesamiento de datos de relojes inteligentes puede ayudar a detectar precozmente enfermedades. Se abre así una vía para que estos dispositivos, más allá de promover un estilo de vida saludable, tengan una utilidad científica y de salud pública.

 

ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno

George Cox, de 22 años, descubrió que sufría una enfermedad cardiaca al comprobar gracias a su reloj inteligente que tenía 130 pulsaciones por minuto estando en reposo. Es uno de los múltiples ejemplos que muestran el potencial de los smartwatches para la detección temprana de problemas de salud. La monitorización de parámetros como las pulsaciones, los niveles de oxígeno en sangre o el sueño, y funciones como la detección de caídas tienen el potencial de salvar vidas. Aunque a día de hoy estos aparatos no son productos sanitarios, pueden ser una herramienta clave para mantenernos sanos y para la salud pública.

De hecho, el 25% de los adultos cuenta en la actualidad con un dispositivo de este tipo, según el informe The future of devices publicado en 2020 por GSMA Intelligence. Con unos niveles crecientes de adopción de relojes inteligentes y rastreadores de actividad física en los últimos meses, los smartwatches podrían ser herramientas clave para la detección de enfermedades, especialmente en situaciones de crisis sanitaria como la generada por el coronavirus.

 

¿Puede un reloj inteligente detectar el coronavirus?

 

Cada vez son más los relojes que, en teoría, pueden medir el nivel de oxígeno en la sangre. Es decir, el porcentaje de oxígeno que los glóbulos rojos transportan de los pulmones al resto del cuerpo. Aparatos como el Apple Watch Series 6, el Amazfit GTS 2, el Fitbit Sense o el Samsung Galaxy Watch 3 prometen monitorizar este parámetro, que se emplea para detectar problemas respiratorios como la neumonía, asociada a la COVID-19, o las apneas del sueño.

Un nivel de oxígeno en sangre superior al 95% generalmente se considera correcto y cualquier nivel por debajo de ese nivel podría indicar que hay un problema, según Apple. Pero la compañía de Cupertino reconoce que “incluso en condiciones ideales, es posible que tu Apple Watch no consiga siempre una lectura de oxígeno en sangre fiable”. Factores como la perfusión cutánea (la cantidad de sangre que fluye por la piel), los tatuajes, el movimiento o la frecuencia cardiaca podrían afectar a la medición. Por ello, normalmente estos resultados no están pensados para uso médico. Aunque los avances señalan una vía muy interesante para convertir estos dispositivos en unas herramientas muy útiles en el futuro a la hora de detectar los síntomas de afecciones como la del coronavirus.

 

Nuevas funcionalidades como la realización de electrocardiogramas o la monitorización de la glucosa en sangre son esperanzadoras para la detección de enfermedades. Crédito: Carlos González.

 

El médico en la muñeca

 

Los investigadores de GSMA Intelligence aseguran que los wearables tienen el potencial de reducir las visitas en persona a centros médicos u hospitales. De hecho, el 89% de usuarios son muy favorables a compartir los datos de sus wearables con su médico, como señala un informe de Accenture. Ya existen camisetas que corrigen la postura, pijamas que monitorizan la respiración y petos para controlar a personas con problemas cardíacos. Se unen a los smartwatches y las pulseras deportivas que evalúan día tras día la calidad del sueño, registran el ejercicio físico, mandan alertas si se está demasiado tiempo inactivo y miden la frecuencia cardiaca.

Estos aparatos pueden llegar a ser muy útiles para detectar arritmias o enfermedades coronarias. Lo sabe bien el cardiólogo Miguel Ángel Cobos, que tras regalar un Apple Watch a su mujer, descubrió la forma de realizar un electrocardiograma completo en dos minutos situando el reloj en distintas partes del cuerpo. Por el momento, de poco sirve realizar la prueba si no puede ser interpretada por un profesional sanitario. Pero Cobos confía en que pronto habrá un sistema de inteligencia artificial capaz de analizar la información.

 

De medir la glucosa en la sangre a detectar caídas

 

Actualmente, este tipo de dispositivos hace todo tipo de mediciones gracias a sensores y luces que toman datos de nuestro flujo sanguíneo, nuestra posición y el que estemos en movimiento o no. Funcionalidades que los gigantes tecnológicos tratan de enriquecer con otras nuevas enfocadas en la salud. De hecho, algunas filtraciones indican que Apple y Samsung ya trabajan para que sus relojes puedan medir el azúcar en sangre. Esta función sería especialmente útil, por ejemplo, para personas con diabetes, ya que tienen que controlar con frecuencia los niveles de glucosa en sangre. Pero también para controlar un exceso de glucosa en la sangre que puede dañar los ojos, los riñones y los nervios.

Más allá de estos indicadores, algunos sensores incluidos en relojes como el Amazfit Bip 2 o el Apple Watch van un paso más allá y son capaces de detectar movimientos bruscos y caídas. Si el usuario sufre una “caída fuerte” mientras lo lleva puesto, el reloj hace sonar una alarma y le pide que confirme si se encuentra bien. Si no recibe respuesta y su portador está inmóvil durante un minuto aproximadamente, llama automáticamente a emergencias. Esta funcionalidad puede ser especialmente útil en la población de más edad, como demuestra el caso de Jim Salsman, un granjero de 92 años de Nebraska quien, gracias a este sistema de detección de caídas del Apple Watch, fue atendido rápidamente por los servicios de emergencias tras caer por una escalera cuando realizaba tareas de mantenimiento en su azotea.

 

Aunque los datos que ofrecen estos dispositivos y apps no están pensados para su uso médico, a futuro la recopilación de esta información podría anticipar epidemias como la del coronavirus. Crédito: Wikimedia Commons.

 

Relojes al servicio de la salud pública

 

Aunque los smartwatches ya han salvado algunas vidas, no hay que olvidar que todavía no se consideran productos sanitarios y los datos no se deberían utilizar para autodiagnosticarse. Aun así, algunos estudios subrayan la utilidad de estos aparatos no solo para el individuo, sino de forma colectiva y para la salud pública. Esto abre la puerta a amplias posibilidades. De hecho, un artículo publicado en la revista científica Journal of Medical Internet Research señala que la variabilidad de la frecuencia cardiaca detectada con un reloj inteligente común podría servir para predecir la infección por coronavirus.

Anticiparse a próximas pandemias podría ser una de las funcionalidades de mayor valor de estos dispositivos. Una línea que ya exploran investigadores del Instituto de Investigación Traslacional Scripps, que empezaron en marzo de 2020 un estudio para evaluar los datos compartidos por miles de usuarios de relojes inteligentes como parte de un programa para mejorar la detección y contención de brotes de enfermedades infecciosas. En un artículo publicado en Nature, indican que dispositivos como los de Fitbit pueden ayudar a identificar casos de COVID-19 mediante la evaluación de cambios en la frecuencia cardíaca, el sueño y los niveles de actividad.

Los datos de millones de usuarios, por tanto, podrían ser utilizados por los gobiernos y organismos sanitarios para detectar nuevos rebrotes y fijar estrategias de cara a frenar la expansión de la pandemia. Ya hay hospitales en todo el mundo, gigantes tecnológicos y startups que utilizan la tecnología para pasar de curar enfermedades a intentar prevenir su aparición. Los smartwatches, junto con otros wearables y sistemas de inteligencia artificial, podrían permitir un ahorro significativo al sistema sanitario en esta línea al mejorar la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades.

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