ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
En 2009 la famosa casa de subastas Christie’s vendió por 22 millones de euros una silla, el precio más alto alcanzado por una pieza de mobiliario del siglo XX. Este hito supuso una nueva reivindicación de la genial y ninguneada figura de la irlandesa Eileen Gray, quien además de diseñar algunos de los muebles más caros e icónicos del siglo XX también proyectó construcciones como la villa E-1027, considerada un hito de la arquitectura moderna. Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo, investigamos la vida y obra de esta arquitecta y diseñadora obligada a abrirse hueco en un sector muy dominado por hombres.
Una mesa para desayunar en la cama y otros muebles icónicos
Nacida en una familia aristocrática irlandesa en 1878, heredó de su madre el interés por la decoración. Fue una de las primeras mujeres admitidas en Slade School of Fine Art de Londres. Durante sus visitas al Victoria and Albert Museum, conoció la laca japonesa y del este de Asia. La savia del árbol de laca, nativo de Japón, se utilizaba para cubrir y decorar algunos muebles. El lacado es una técnica extremadamente compleja que requiere condiciones húmedas y la ausencia de polvo. Mientras que los artesanos japoneses solían fabricar sus productos lacados en el mar por la humedad, Gray optó por hacerlo en su propio baño. A principios de la década de 1920, se había establecido como una de las principales diseñadoras de muebles lacados en París.
La irlandesa, además de ser pionera en la división de interiores —por ejemplo, con biombos o usando estanterías como elementos arquitectónicos—, creó algunos muebles más memorables del periodo contemporáneo. Entre ellos, destaca la mesa E1027, que está fabricada con cristal y acero tubular y permite al usuario ajustar fácilmente la altura. Así, según Gray, cualquier persona podría desayunar en la cama sin dejar migas en las sábanas. Otro de los clásicos del diseño del siglo XX es la silla Bibendum, un voluptuoso sillón con estructura de acero tubular cuyo nombre está inspirado en la mascota de la compañía de neumáticos Michelin. Sus muebles siguen suscitando un gran interés en subastas millonarias y se venden en múltiples tiendas de lujo.
La irlandesa Eileen Gray diseñó algunos de los muebles más icónicos del siglo XX. Crédito: Aram Designs.
Un refugio al borde de un acantilado
Tras abrir una tienda de muebles, Gray empezó a recurrir a la arquitectura como vía de escape. De dibujar planos para distraerse pasó a construir su primer edificio y obra más conocida: la villa E-1027. Se trataba de una residencia de verano ubicada en una colina con vistas al Mediterráneo en el municipio francés Roquebrune-Cap-Martin que pretendía compartir con su amante, el arquitecto rumano Jean Badovici.
El nombre de esta construcción, completada en 1929 y símbolo de la arquitectura moderna, es un mensaje codificado. Mientras que la “E” es de Eileen, los números “10”, “2” y “7” hacen referencia al orden alfabético de las letras J, B y G —las iniciales de Jean, Badovici y Gray—. En la vivienda, la arquitecta mezcló mamparas móviles con paredes fijas y optó por muebles regulables e inclinables. Esta apuesta por la creación de espacios que se adaptasen a las necesidades de cada persona no tenía precedentes.
Le Corbusier, que afirmaba admirar el trabajo de Gray, frecuentaba la villa E-1027. Pero en teoría el arquitecto suizo estaba molesto de que una mujer pudiera haber hecho tal construcción en un estilo que él consideraba suyo. Así que en 1939 pintó desnudo las paredes de la villa con llamativos murales cubistas en contra de la voluntad de la propia Gray que, al enterarse, quedó totalmente contrariada. “Admito que el mural no es para realzar el muro, sino por el contrario, un medio para destruirlo violentamente”, confesó más tarde Le Corbusier. Años después, la casa fue abandonada y ocupada en varias ocasiones. Más tarde fue restaurada y en la actualidad puede visitarse.
Gray diseñó la villa E-1027, considerada un hito de la arquitectura moderna. Crédito: Gold Creative.
Una artista relegada a un segundo plano
Además de esta estructura, Gray completó otras dos casas más —las villas Tempe a Pailla y Lou Pérou— y diseñó casi 50 proyectos arquitectónicos que nunca se construyeron. “El espacio en sí mismo es para Eileen Gray un material más que puede transformarse y moldearse en función de las necesidades de la decoración. Ella se permite un número infinito de posibilidades”, afirmó Badovici. Pese a todas sus contribuciones, Gray pasó desapercibida durante décadas. La arquitecta se sentía incómoda con la autopromoción y se abstuvo en gran medida de publicar el tipo de manifiestos que cimentaron la reputación de muchos hombres arquitectos. "No era una empujadora y tal vez esa es la razón por la que no obtuve el lugar que debería haber tenido", afirmó la propia Gray.
No fue hasta que tuvo 94 años cuando el historiador de arte Joseph Rykwert se fijó en su trabajo. La arquitecta murió en París en 1976 a los 98 años. A día de hoy, tal y como señala Zeev Aram, presidente de la compañía de diseño de muebles Aram Designs, sus diseños “son tan familiares como los de otros importantes arquitectos y diseñadores de principios del siglo XX, como Le Corbusier, Mies van der Rohe o Marcel Breuer”. Mientras que sus muebles se venden por millones de euros en subastas, su obra es una fuente de inspiración para diseñadores y arquitectos de todo el planeta.
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