ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
El magnate Elon Musk desconcertó hace unas semanas al mundo entero al anunciar su intención de crear un sistema de túneles subterráneos por los que los coches circulen a 240 kilómetros por hora, el doble del máximo permitido en nuestras autopistas. Pero no hace falta irse a varios metros bajo el suelo para encontrar iniciativas que pueden revolucionar el mundo del transporte. Compañías de todo el mundo invierten en proyectos que darán forma a las que serán nuestras autopistas del futuro.
Adiós a los combustibles fósiles
El transporte por carretera produce el 20% de todas las emisiones de carbono en todo el mundo, según la Comisión Europea. Reducir la contaminación provocada por los combustibles fósiles es uno de los principales retos a los que se enfrenta el sector. Los fabricantes participan en una carrera para desarrollar coches eléctricos con una mayor autonomía. Y los encargados de las infraestructuras también buscan soluciones. Es posible que en un futuro un conductor pueda recargar su coche mientras circula por un tramo de carretera capaz de transmitir electricidad al vehículo.
El Proyecto TEV busca precisamente construir autopistas especiales en las que coches autónomos se recarguen cuando circulan por ellas a hasta 200 kilómetros por hora. Renault y las compañías tecnológicas Qualcomm Technologies y Vedecom desarrollan una tecnología similar con el proyecto Fabric. En un ensayo realizado en la pista de pruebas de 100 metros de Satory, cerca de París, dos Renault Kangoo Z.E. circularon a 100 km/h y tuvieron una recarga de 20 kW. También hay quienes desarrollan soluciones verdes para camiones. Alstom y Volvo trabajan en el proyecto Electric Road Systems, promovido por la Agencia Sueca de Energía. Al más puro estilo del clásico scalextric, cuentan con una pista de pruebas en Suecia con un sistema con líneas de alimentación en el asfalto que se conectan al camión y permiten la carga durante su marcha.
La tecnología de este pavimento permite recargar las baterías de un vehículo eléctrico mientras circula. Crédito: Qualcomm.
Autopistas solares
Las autopistas inteligentes pueden convertirse en generadores de energía eléctrica también a partir de la energía solar. Es lo que intentan la empresa especializada en construcción de infraestructuras de transporte Colas y el INES (Instituto Nacional Francés de Energía Solar) con el proyecto Wattway. Consiste en instalar paneles fotovoltaicos en el pavimento actual, que según señala la compañía, “está ocupado por vehículos un 10% del tiempo”: “Imagina los recursos solares de esta superficie, frente al cielo”. Francia inauguró en 2016 el primer tramo de carretera solar del mundo en una vía local en Normandía con un kilómetro de extensión. Un segmento como este puede proporcionar electricidad para alimentar el alumbrado público en una ciudad de 5.000 habitantes, según la Agencia Francesa para el Medio Ambiente y Gestión de la Energía (ADEME). Esta energía puede ser aprovechada por las señales de tráfico o las estaciones de recarga de los coches eléctricos.
Sensores para monitorear las carreteras
del futuro, hay iniciativas que proponen instalar en las autopistas sensores para facilitar los trayectos a los viajeros, como los que transmiten información en tiempo real sobre la meteorología y el tráfico. Este tipo de dispositivos permiten además que los peajes sean automáticos y los vehículos no tengan que parar para pagarlos. El precio de los mismos varía en función de la circulación en cada carril. La tarifa sube cuantos más coches hay para intentar garantizar la fluidez del tráfico.
Es posible que todas las autopistas del futuro tengan, además, estaciones que controlan los neumáticos. Los sensores y cámaras desarrollados por WheelRight ya analizan la presión y el estado de las ruedas de los vehículos sin que el conductor tenga que bajarse del coche. Los sensores pueden servir también para ofrecer datos sobre incidentes como la degradación del asfalto, la vibración durante los trabajos de construcción, la temperatura de la carretera o la necesidad de ajustar la iluminación. Un tramo de nueve kilómetros en una carretera en Noruega ha sido equipado con farolas inteligentes. Funcionan a un 20% de su capacidad máxima cuando no pasan vehículos, y se iluminan más intensamente cuando se detecta que un coche circula por la zona. En solo una semana se ahorraron 2.100 kilovatios por hora.
Un sistema inteligente de control del alumbrado público que se enciende solo cuando hay automóviles en circulación permite ahorrar energía. Crédito: Comlight.
Vehículos y drones vigilantes
También los vehículos del futuro podrán ir un paso más allá y detectar baches en las autopistas y transmitir información sobre la ubicación así como la gravedad del agujero a las compañías encargadas de repararlas. Así lo afirma la empresa Highways England, financiada por el gobierno británico, en el informe The Strategic Road Network Initial Report. Los coches conectados, por ejemplo, podrán además alertar a otros vehículos cercanos para que puedan evitar tramos peligrosos. Para analizar el estado de las infraestructuras, también pueden resultar útiles los drones. Estos dispositivos, según la misma compañía, pueden proporcionar además una primera evaluación de incidentes o información sobre el tráfico. La revolución del transporte que viene, por tanto, empieza desde la propia infraestructura hasta los propios vehículos que circulan por ellas. Y el reto está, también, en cómo se relacionen entre ellos para una mejor optimización de los recursos, disminuir el impacto en el entorno y garantizar la seguridad.
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