ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
¿Pueden los materiales de construcción y las pinturas evitar la propagación de la COVID-19? Más allá de las recomendaciones claras de espacios abiertos, distancia social y contacto con la naturaleza, aún sigue preocupando cómo se propaga el virus por el contacto con superficies. Un estudio de The New England Journal of Medicine señalaba que el SARS-CoV-2 puede sobrevivir de dos a tres días en plásticos y acero inoxidable —superficies mayoritarias, por ejemplo, en centros sanitarios o incluso en oficinas— y permanecer activo en cartón hasta 24 horas. Sin embargo, otros materiales como el cobre y sus aleaciones (bronce o latón) son antimicrobianos y, además, vuelven inactivo a virus como la COVID-19 en menos de 24 horas.
Los materiales poco porosos y fibrosos pueden ayudar a limitar la supervivencia del virus. De hecho, los recubrimientos antimicrobianos se utilizan comúnmente para eliminar virus en los pomos de las puertas, las encimeras o las paredes. Una industria en rápido crecimiento que incluye desde pinturas con agregados para matar microbios a recubrimientos que aprovechan otras capacidades químicas. Es el caso de los nanorrevestimientos a base de silicio (organosilanos o silanos) compuestos polímeros que forman una superficie altamente abrasiva para virus y bacterias. Otras estrategias aprovechan las cualidades fotocalíticas —activación en presencia de luz— para intentar eliminar las bacterias que anidan en las superficies y provocan otras infecciones. En el caso del coronavirus, hay algunas cadenas hoteleras de Estados Unidos que apuestan por este tipo de materiales anti-covid.
Pero aún hacen falta más estudios para determinar hasta qué punto pueden ser estos materiales eficaces contra el coronavirus. De momento, el foco se ha puesto en los compuestos sintéticos, como la piedra acrílica, poco porosa, por sus propiedades antibacterianas, su resistencia al fuego o a los ácidos y disolventes. Algunos ejemplos son Hi-Macs, un material de construcción de piedra acrílica para fachadas que supuestamente es eficaz contra los virus y las bacterias, o Activ Air. En este último caso, se trata de techos continuos compuestos por yeso laminado con cartón a doble cara que supuestamente pueden mejorar la calidad del aire interior. Este es también el objetivo de la pintura Airlite que, según su fabricante, eliminaría además microorganismos de las superficies pintadas.
La necesidad de mantener distancias de seguridad y establecer barreras de protección ha impulsado el uso de componentes acrílicos como el plexiglás, efectivos para frenar contagios pero difíciles de reciclar. Crédito: Actiu.
Edificios mejor ventilados
Más allá de los materiales, la pandemia también va a tener un impacto en la forma en la que se diseñen las nuevas edificaciones. Desde la promoción de la construcción modular a la mayor compartimentación de las estancias, para favorecer espacios que permitan garantizar la distancia social entre las personas. Diversos estudios indican que el riesgo de contagio por coronavirus aumenta en espacios cerrados. En este trabajo "prepublicado" (que aún debe someterse a una revisión por pares) se asegura que el riesgo es hasta 18 veces mayor que en espacios al aire libre. Conseguir una ventilación correcta en comercios, hoteles, oficinas, restaurantes o colegios se ha convertido en un desafío, también del sector de la construcción, de cara a minimizar la carga vírica que pudiese circular en el ambiente.
De hecho, la Federación Europea de Asociaciones de Profesionales del Sector de Instalaciones Mecánicas aconseja evitar la recirculación del aire y asegurar la ventilación de los espacios con aire exterior. Los grandes ventanales con la capacidad de abrirse pueden favorecer la ventilación natural aunque su efectividad puede variar dependiendo del diseño del edificio, su orientación, si tiene obstáculos alrededor o el tamaño de los espacios.
Señalización y mobiliario
La distribución del espacio es uno de los puntos más sensibles a la hora de buscar soluciones para minimizar los contagios. Además de incrementar la señalización para que los ciudadanos respeten las recomendaciones de las autoridades sanitarias, algunas compañías como Cushman & Wakefield proponen retirar o reorganizar el mobiliario para que se mantenga el distanciamiento social y eviten aglomeraciones.
Nuria Hornos, gerente de Idea, Integración de Estructuras Arquitectónicas, sugiere, además, usar protectores y particiones en los mostradores de atención al público fabricados en materiales no porosos como el vidrio o plásticos como el metacrilato o el policarbonato. De esta manera, se frena la transmisión del coronavirus a través de las gotículas que lanzamos al aire al toser o hablar.
La necesidad de incorporar barreras de protección ha favorecido, de hecho, el repunte del consumo de estos componentes acrílicos como el plexiglás durante la pandemia, incrementando la demanda y duplicando ventas en los principales productores. Pero la multiplicación de las láminas protectoras tiene su contrapartida: se degradan lentamente y son difíciles de reciclar.
Las soluciones para mantener libre de contagios zonas comunes como servicios, comedores o ascensores, donde puede resultar difícil no pulsar botones, abrir grifos o girar manillares, vienen de la mano de la automatización. Constructoras como Sacyr sugieren optar por grifos dotados de sistema de detección que se abren y cierran de forma automática o se controlan con pedales, urinarios inteligentes o puertas, dispensadores de jabón y secadores automáticos. También proponen utilizar pinturas fotocatalíticas, que eliminan los compuestos orgánicos y nocivos en el ambiente, o instalar equipos de desinfección mediante rayos ultravioletas emitidos por LED. Esta luz, que no es recomendable para hogares porque puede ser peligrosa, sí que se usa para desinfectar determinados tipos de superficie.
La automatización de mecanismos para evitar el contacto con las superficies y el uso de compuestos sintéticos antibacterianos ayudan a mantener libre de contagio las zonas comunes. Crédito: Ecotap.
Un futuro incierto
Aún es pronto para saber con certeza qué efecto tendrá en el sector de la construcción la situación de alerta mundial generada por la COVID-19. El Instituto de Tecnología de la Construcción de Cataluña (ITeC) indica que no se debería descartar un decrecimiento del sector por encima del 10% en este 2020. Habrá que esperar para ver si las predicciones se cumplen. En cualquier caso, sí que tendrá que ajustarse y transformarse. Un informe de la consultora Mckinsey señala entre las estrategias que deben seguirse en el sector para emerger más fuerte de esta crisis la digitalización, la inversión en innovación y la apuesta por la eficiencia energética, en línea con los principios de la economía circular.
De lo que no cabe duda es de que se trata de un sector que tiene un papel fundamental tanto en la vuelta a la normalidad como en el avance de la pandemia. La experiencia de la crisis de COVID-19 nos ha proporcionado información relevante para predecir cómo deben ser la arquitectura y el urbanismo postpandémicos. Como señalan Naglaa A. Megaheda y Ehab M. Ghoneimb en su artículo publicado en el National Center for Biotechnology Information (NCBI), se hace necesario utilizar de forma más eficaz estrategias de planificación y diseño saludables para hacer frente a las pandemias. La meta de crear una arquitectura y un urbanismo más sostenibles cobra así una nueva dimensión.
· — —
Tungsteno es un laboratorio periodístico que explora la esencia de la innovación. Ideado por Materia Publicaciones Científicas para el blog de Sacyr.