El ambicioso proyecto MOSE ha implementado un sistema de barreras móviles para evitar que la marea del Adriático inunde la laguna de Venecia. Crédito: Ihor Serdyukov.
ANTONIO LÓPEZ | Tungsteno
Todas las civilizaciones han buscado un enclave cercano al agua para establecerse, por lo que no es de extrañar que ya en Mesopotamia, Egipto o Roma se construyesen canales, depósitos y diques para gestionar inundaciones y crecidas fluviales. A este desafío ancestral hay que sumarle hoy las cada vez más frecuentes sequías e inundaciones extremas y el aumento del nivel del mar, dos problemas que exigen nuevas soluciones para salvar la habitabilidad de cientos de ciudades en riesgo de inundación. Y mirando al futuro, grandes urbes como Nueva York, Bangladesh, Miami o Yakarta se enfrentan al reto de ganar terreno al mar.
MOSE: el plan para evitar que Venecia se hunda
En este momento, una de las ciudades más apremiadas es Venecia, asentada en medio de un complejo ecosistema formado por una laguna conectada con el Adriático. El sistema que sostiene la ciudad ha funcionado durante 15 siglos: una estructura de pilotes de madera y ladrillos “a prueba de agua” mantiene los cimientos secos. Pero las fluctuaciones de la marea y el aumento del nivel del mar están produciendo que la ciudad se hunda lentamente, ya que el ambiente seco-húmedo que genera esa alternancia constante daña los ladrillos de arcilla que la sostienen.
El plan MOSE para salvar Venecia contempla la reconstrucción de la costa y la recuperación ambiental de la laguna, pero la joya de la corona para evitar las inundaciones es un conjunto de barreras móviles que bloquean el agua del mar en situación de marea alta. Un sistema hidráulico hace que emerjan a la superficie cuando el centro de control lo considera, pues monitorea los datos meteorológicos para anticiparse a tormentas y marejadas.
El dique Oosterscheldekering, de 8 kilómetros de longitud, es una obra única y máximo exponente de las proezas de la ingeniería del plan Delta holandés. Crédito: Wikimedia Commons.
El plan Delta: o cómo convertir el agua en suelo
Con más de la mitad de su territorio en riesgo de inundación y un 26% bajo el nivel del mar, Holanda tendría hoy una cuarta parte menos de superficie si no hubiese recurrido a la ingeniería para protegerse del agua y ganarle terreno al mar.
Holanda ha crecido, desde el siglo XII, gracias a un sistema de drenaje del agua superficial, contención con diques y canalización hacia el mar. Incluso los clásicos molinos de viento holandeses participaban en el proceso ayudando a drenar el agua sobrante. La peor inundación de su historia, en 1953, impulsó el plan Delta: una solución integral (y muy ambiciosa) de ingeniería para proteger la tierra del agua.
Considerada hoy una de las 7 maravillas de la ingeniería, esta compleja y específica red de compuertas, canales y presas tiene como máximo exponente la barrera permeable de Oosterscheldekering. Con una longitud de 9 kilómetros, esta estructura de 65 pilares y 62 deslizadores, evita cerrar por completo el brazo marino de la bahía, lo que tendría consecuencias medioambientales nefastas. El complejo sistema hidráulico de este dique permite abrir y cerrar las puertas frente a marejadas y tormentas.
Ganar espacio al mar a través de islas artificiales empieza a ser una tendencia al alza. Un ejemplo es el complejo The World Islands, en Dubai. Crédito: Wikimedia Commons.
Islas artificiales para crecer sobre el agua
El sistema de los países bajos no es la única solución para construir sobre el agua: las islas artificiales son tendencia en distintas regiones del mundo para ganar terreno al mar. Solo en 2015, en China se levantó sobre las aguas el equivalente a dos barrios de Manhattan en un conjunto de islas artificiales construidas mediante un sistema de dragado con barcos, buques equipados para coger arena del fondo y separarla del agua con una especie de licuadora, una bomba centrífuga.
Pero el mayor hito de esta tendencia es un complejo de más de 300 islas en Dubai, The World Islands, aunque en realidad este tipo de megaproyectos se lleva construyendo desde los años 90. El primero fue el aeropuerto de Kansai (en Osaka, Japón), ubicado sobre una isla artificial que requirió 21 millones de metros cúbicos de hormigón para formar la capa base de 30 metros de grosor sobre la que se asienta.
Según las previsiones de la OCDE, la ingeniería tendrá que seguir desarrollando nuevas herramientas de construcción en la batalla contra el mar ya que estima que, para 2070, hasta 35 miles de millones de dólares en propiedades inmobiliarias estarán en riesgo de inundaciones en algunas de las ciudades portuarias más grandes del mundo.
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