Un equipo de investigadores ha desarrollado un nuevo proceso de biorefinación que aprovecha los desechos para producir combustible para aviones más sostenible. Crédito: Pexels.

Convertir la basura orgánica en combustible para aviones

Si la aviación mundial fuera un país, se ubicaría entre los 10 principales emisores de gases de efecto invernadero. Un equipo de investigadores asegura haber encontrado la forma de utilizar desechos de alimentos, estiércol y aguas residuales para crear combustible más sostenible.

ISABEL RUBIO ARROYO |  Tungsteno

El mítico DeLorean de la película Regreso al futuro cumplía uno de los objetivos más ambiciosos de la historia de la humanidad: viajar en el tiempo. Y si su necesidad de combustible nuclear lo complicó todo de manera dramática, al final de esa primera parte de la saga descubrió cómo usar esa máquina del tiempo llenando el depósito con unas simples mondas de plátano... ¡Y a viajar! Esa idea de ciencia ficción, convertir basura orgánica en energía para transportarse de forma sostenible, ya está más cerca de hacerse realidad, y cada vez más sectores intentan aprovecharla.

Un equipo de investigadores ha desarrollado un nuevo proceso de biorefinación que aprovecha los desechos para producir combustible para aviones más sostenible y reducir así la huella de carbono del sector de la aviación. El hallazgo ha sido publicado en la prestigiosa Proceedings of the National Academy of Sciences, una de las revistas científicas de mayor impacto. En teoría el secreto para producir este combustible estaría en utilizar la energía sin explotar de los desechos de alimentos y otros residuos húmedos como el estiércol animal y las aguas residuales. Los investigadores del Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) de EEUU, las universidades de Dayton y Yale y el Laboratorio Nacional Oak Ridge aseguran que este combustible es idéntico al fósil, pero con “un toque de carbono negativo”. Es decir, al utilizarlo supuestamente se eliminaría más CO₂ de la atmósfera del que se emite.

Este combustible permitiría una reducción de hasta un 165% en las emisiones de gases de efecto invernadero, según los autores del estudio. La cifra proviene de la reducción del carbono emitida por los aviones sumada a las emisiones que se evitan cuando los residuos de alimentos se desvían del vertedero. El 17% de los alimentos disponibles para el consumidor en el mundo en 2019 fue a parar a la basura, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

 

Entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están asociadas a los alimentos que no se consumen, según la ONU. Crédito: Wikimedia.

 

El derroche de alimentos conlleva implicaciones sociales y medioambientales. “Cada año, millones de toneladas de desperdicios de alimentos se transportan a vertederos en todo el país. Una vez allí, se pudre y produce metano, un gas de efecto invernadero 20 veces más potente que el dióxido de carbono”, explican desde el Laboratorio Nacional de Energía Renovable de EEUU. Entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están asociadas a los alimentos que no se consumen, tanto por las pérdidas en los procesos de producción y transporte como en la etapa del consumo final, según la ONU. Los autores del estudio dicen haber encontrado una forma de interrumpir este proceso y crear un combustible más sostenible que podría mezclarse en altas concentraciones —de hasta un 70%— con el convencional.

 

El enorme impacto global de las emisiones de la aviación

 

Conseguir combustible para los aviones que sea respetuoso con el medio ambiente es uno de los desafíos del siglo XXI. Aunque la industria aeronáutica y algunos organismos oficiales indican que el sector de la aviación causa en torno al 2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, un informe de la plataforma Stay Grounded eleva la cifra a entre un 5% y un 8%. “Aparte del dióxido de carbono, los aviones producen otros elementos nocivos como metano, ozono, hollín, estelas y nubosidad inducida, con mayor impacto climático que el CO₂”, explican desde Ecologistas en Acción, organización que forma parte de la red Stay Grounded.

Alguien que vuela de Lisboa a Nueva York y viceversa genera aproximadamente el mismo nivel de emisiones que la persona promedio en la Unión Europea al calentar su hogar durante todo un año, según la Comisión Europea. Este organismo alerta de que si la aviación mundial fuera un país, se ubicaría entre los 10 principales emisores. Y la situación aún puede empeorar. Grandes compañías de la industria aeronáutica internacional como Airbus prevén un crecimiento anual del 4,3% en las próximas décadas.

Si las predicciones se cumplen, en 2050 las emisiones de gases de efecto invernadero de la aviación pueden ser entre cuatro y ocho veces superiores al nivel actual, según Stay Grounded Antes de la pandemia de coronavirus, la Organización de Aviación Civil Internacional también pronosticó que para 2050 las emisiones de la aviación internacional podrían triplicarse en comparación con 2015.

 

Un informe de la plataforma Stay Grounded estima que el sector de la aviación causa entre un 5% y un 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Crédito: Pixabay.

 

El sueño de volar de forma más sostenible

 

En un mundo hiperconectado, millones de personas viajan a diario en avión. Los investigadores del informe El Decrecimiento de la Aviación abogan por la reducción significativa de los vuelos para mitigar el impacto medioambiental de este medio de transporte. “No hay otra alternativa”, aseguran. El informe analiza una serie de propuestas en este ámbito, como son la prohibición de vuelos de gran proximidad, la reducción de vuelos de corta y media distancia realizables en tren o la moratoria a la ampliación o construcción de infraestructuras aeroportuarias.

Mientras tanto, investigadores de todo el mundo buscan una fórmula mágica que nos permita volar de forma más sostenible. Si la solución definitiva está o no en la basura, aún no lo sabemos. De momento, grandes compañías del sector como Southwest Airlines ya colaboran con los investigadores del Laboratorio Nacional de Energía Renovable de EEUU y el resto de organizaciones implicadas en el proyecto.

“Si nuestra ruta de refinación se amplía, las aerolíneas como Southwest podrían tardar tan solo uno o dos años en obtener las aprobaciones regulatorias de combustible que necesitan para comenzar a usar combustible sostenible de desechos húmedos en vuelos comerciales”, comenta Derek Vardon, científico del laboratorio y uno de los autores del artículo. Aunque este combustible “no es una solución milagrosa”, para el investigador es “una pieza del rompecabezas que podría hacer una mella significativa en una industria notoriamente difícil de descarbonizar".

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Tungsteno es un laboratorio periodístico que explora la esencia de la innovación. Ideado por Materia Publicaciones Científicas para el blog de Sacyr.

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