El despegue del 5G se ha visto retrasado por la COVID-19 pero aparece como un aliado imprescindible para gestionar futuras crisis sanitarias y económicas. Crédito: Ericsson.

Claves para entender la compleja relación entre el 5G y la pandemia

La quinta generación móvil ha encontrado un punto de inflexión en la crisis ocasionada por el coronavirus. Por un lado, el impulso económico y la promesa de nuevas aplicaciones para facilitar la gestión sanitaria y el control de los contagios; por otro, la ralentización del despliegue de las redes y la cobertura global. Covid y 5G tienen una relación mucho más compleja que la que sugieren las teorías de la conspiración.

ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno

La pandemia de coronavirus ha traído la imposición del distanciamiento social y del uso de mascarillas. Pero también del teletrabajo y la digitalización de muchos procesos que ponen la conectividad en el punto de mira. Si el 2019 fue el año de despegue del 5G, todo indicaba que el 2020 supondría un impulso importante para esta tecnología. ¿Qué papel ha jugado el 5G durante la pandemia? ¿Ha ralentizado la COVID-19 su implantación o, por el contrario, las necesidades de banda ancha la han acelerado?

Países como España, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, China y Japón desplegaron ya en 2019 varias redes de esta tecnología. Mientras tanto, grandes fabricantes como Huawei, Samsung, Xiaomi o LG lanzaron los primeros smartphones compatibles con la esperada quinta generación móvil. También se empezaron a ver las primeras promesas cumplidas del 5G en sectores como la automoción, la medicina o el Internet de las Cosas (IoT). A día de hoy, existen ya desde electrodomésticos a dispositivos médicos conectados, semáforos, coches e incluso gasolineras.

 

La quinta generación móvil viene con la promesa de impulsar la conectividad de las zonas rurales, una digitalización apoyada por las nuevas ayudas económicas europeas. Crédito: Telefónica.

 

La brecha digital rural

El 5G puede llegar a soportar la conexión de hasta un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado. Las previsiones, además, apuntan a que el número de conexiones globales de IoT se duplicará entre 2019 y 2025 a casi 25 mil millones, según la GSMA, la asociación de operadores de telecomunicaciones. Si por algo se caracteriza esta tecnología es, precisamente, por la ultravelocidad y la baja latencia. A día de hoy permite conexiones unas 10 veces más veloces que las 4G actuales, pero en el futuro se alcanzarán velocidades 250 veces superiores. Además, esta baja latencia — el tiempo que tarda un dispositivo en ejecutar una orden desde que se le manda la señal — es un concepto primordial para potenciar el Internet de las Cosas y la interconexión en tiempo real entre dispositivos.

Pero aunque esta tecnología ya se ha empezado a utilizar en algunos sectores, aún habrá que esperar para ver su implantación masiva. En 2019 el 4G fue dominante en el mundo: representó el 52% de las conexiones globales, según la GSMA. Sin embargo, aún existe una brecha digital que afecta a las poblaciones rurales. Por ejemplo, solo el 46% de quienes viven en las áreas rurales tienen fibra hasta el domicilio frente al 80,4% de la población total, según la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales.

“Si estamos luchando por una Europa con igualdad de oportunidades, es inaceptable que el 40% de la población de las zonas rurales todavía no tenga acceso a conexiones rápidas de banda ancha”, indica la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Mientras que aún hay lugares a los que ni siquiera llega el 4G, un estudio de la consultora Analysys Mason estima que el 5G puede traer beneficios económicos de hasta 55.000 millones de euros a las áreas rurales a través de una mejor conectividad y una apuesta por la agricultura inteligente.

Una de las promesas de la quinta generación ha sido, precisamente, la de ser una alternativa a la fibra para esos territorios alejados de las grandes ciudades a donde no llega la cobertura. Pero a día de hoy, esperar una conectividad total para estas zonas rurales aún queda lejos, aunque sí está en el horizonte de las decisiones políticas. De hecho, la pandemia ha favorecido esa idea de la vuelta al campo, buscando más calidad de vida y empujada por las opciones del teletrabajo. De ahí que la Comisión Europea haya incluido la aceleración del despliegue de infraestructuras de redes seguras y de muy alta capacidad, en particular la fibra y el 5G, dentro de su plan de recuperación Next Generation EU para la crisis de la COVID-19, acordado en julio pasado. Un mecanismo que destinará al menos el 20% de estos fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (de un total de 750.000 millones de euros) para la transición digital, en particular para las pequeñas y medianas empresas (pymes).

 

Desde la asistencia médica en remoto hasta el funcionamiento de las infraestructuras eléctricas, el 5G se presenta como un aliado fundamental para hacer frente a crisis futuras. Crédito: UC San Diego Jacobs School of Engineering.

 

Un despegue desigual

Pero este esperado despliegue de 5G sin duda se ha visto afectado por la pandemia. La situación excepcional generada por la COVID-19 ha llevado a Europa y a Estados Unidos a cancelar o retrasar las subastas para la asignación de frecuencias a la nueva telefonía móvil. “A pesar de algunos de estos vientos en contra, vale la pena señalar que los operadores de EE. UU. han continuado o aumentado el desarrollo de su red, por lo que estarán aún mejor posicionados para capitalizar los dispositivos y las frecuencias del espectro a medida que estén disponibles”, comenta Fritz.

En el caso de la pandemia del coronavirus, lo que se ha podido comprobar es que aquellos países con un pronto despliegue del 5G, como Corea del Sur, han podido gestionar de manera más ágil la crisis sanitaria. Los modelos digitales y la gestión de datos aplicados a la localización de los focos de contaminación y el rastreo de contagios requieren de una estructura capaz soportar gran cantidad de información, como es el caso del 5G. A futuro, el despliegue de la quinta generación se presenta como una vía esencial para poder hacer frente a situaciones como la actual y evitar la paralización de la economía.

No cabe duda, por tanto, de que el 5G se postula como un aliado imprescindible a la hora de abordar las crisis sanitarias del futuro. Pero, además, esta tecnología favorecerá la creación de nuevos negocios, el impulso de la automatización de los procesos productivos así como garantizar el funcionamiento de infraestructuras críticas como las redes eléctricas. Esta tecnología ya permite, por ejemplo, que un cirujano a kilómetros de distancia pueda dar instrucciones en tiempo real a los doctores que estén realizando una operación. Aunque por el momento este tipo de intervenciones se realizan en ocasiones contadas, si algo ha puesto de manifiesto la pandemia, es precisamente la necesidad de mejorar la conectividad para poder hacer frente a este tipo de situaciones excepcionales.

 

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Tungsteno es un laboratorio periodístico que explora la esencia de la innovación. Ideado por Materia Publicaciones Científicas para el blog de Sacyr.

 

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