ISABEL RUBIO ARROYO | Tungsteno
Sin ruidos y sin humos. La industria del automóvil avanza hacia un futuro eléctrico. Las compañías japonesas Toyota y Panasonic han alcanzado recientemente un acuerdo para desarrollar y fabricar mejores baterías mientras cada vez más ciudades diseñan planes para sacar a los coches de combustión del área urbana. Además, la Comisión Europea ha fijado el fin de la era de los combustibles fósiles en 2050 para reducir así las emisiones causantes del calentamiento global y la contaminación del aire. Pero el reto de conseguir que los coches eléctricos no tengan ningún impacto negativo en el planeta a lo largo de todo su ciclo de vida aún sigue en pie. ¿Hasta qué punto son limpios estos vehículos?
La etapa de fabricación
"Uno de los retos de la huella ambiental de los vehículos eléctricos está en su fabricación", explica Arturo Pérez de Lucía, presidente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive). Fabricar un coche eléctrico puede llegar a contaminar más que uno convencional. La producción de un automóvil de gasolina implicaría emisiones equivalentes a 5,6 toneladas de dióxido de carbono, mientras que para fabricar un automóvil eléctrico, la cifra ascendería a 8,8 toneladas, según un informe elaborado por Ricardo. Según esta consultora internacional de ingeniería especializada en transporte y energía, la mitad de estas emisiones corresponderían a la producción de las baterías.
Los fabricantes de vehículos ya han dado los primeros pasos para reducir esta huella de carbono. Es el caso de BMW, que ha pasado de usar en sus plantas un 36% de electricidad procedente de energías verdes en 2012 a un 63% en 2016; y de Nissan, que ha instalado en sus fábricas en Sunderland (Reino Unido) y en la Zona Franca (Barcelona) una planta de autoconsumo fotovoltaico. Hay algunas fábricas como las de Vesoul y Sochaux (Francia) de PSA que ya se abastecen con energías renovables al 100%. Y compañías como General Motors y Volkswagen se han marcado como objetivo lograr en 2050 un resultado neutral de emisiones de dióxido de carbono en todas sus actividades.
Los fabricantes, como Nissan en Sunderland (Reino Unido), están abasteciendo sus plantas con energías renovables para reducir la huella de carbono. Crédito: Nissan.
El uso del vehículo
El uso de los vehículos tradicionales de combustión genera más emisiones que su fabricación, según afirma David Barrientos, director de comunicación de Nissan. Por el contrario, un coche eléctrico no contamina durante su utilización. La emisión de dióxido de carbono dependerá de cómo se genere la electricidad con la que se ha recargado la batería. El informe Electric vehicles from life cycle and circular economy perspectives, publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, apunta que un coche de combustión de tamaño mediano emite de media unos 143 gramos de dióxido de carbono por kilómetro mientras que uno eléctrico de características similares emite entre 60 y 76 gramos. Es decir, entre un 47% y un 58% menos.
En España, aproximadamente el 40% de la energía que se generó en 2018 provenía de fuentes renovables y un 20% de la energía nuclear, según el Avance del Informe del Sistema Eléctrico Español publicado por Red Eléctrica Española. El uso de diferentes fuentes de electricidad varía dependiendo del país. Los conductores de automóviles eléctricos en Noruega utilizan principalmente energía hidroeléctrica mientras que los de Francia se abastecen especialmente por la nuclear, según el Banco Mundial. En Alemania y Reino Unido, se usa una mezcla entre energías fósiles y renovables. En algunos países como EE UU varía en diferentes regiones. California usa una gran cantidad de fuentes renovables, mientras que las áreas en el noreste son más propensas a usar combustibles fósiles.
Las baterías de los coches eléctricos se utilizan como acumuladores energéticos, ampliando así su vida útil. Crédito: Max Pixel.
Fin de su vida útil
El reciclaje y tratamiento de las baterías al final de su vida útil todavía es un asunto a resolver. No obstante, según Pérez, "las baterías de los vehículos eléctricos pueden durar la vida útil del propio vehículo y después, otro tanto para el almacenamiento energético en sistemas estacionarios, lo que puede suponer más de 20 años de uso antes de su reciclado". Ya existen empresas especializadas en la segunda vida útil de las baterías de los vehículos eléctricos para optimizarlas en el uso de sistemas estacionarios de almacenamiento energético. Nissan, por ejemplo, ya usa las baterías de los antiguos modelos LEAF como acumuladores energéticos para proporcionar electricidad a estadios de fútbol como el Johan Cruiff de Amsterdam.
Pese al impacto negativo que los vehículos eléctricos tienen en el medio ambiente a lo largo de toda su vida útil, son sin lugar a duda una opción más limpia que los vehículos tradicionales de combustión. El conjunto total de emisiones de este tipo de coches es cerca de un 20% menor que el de los automóviles diésel y un 30% inferior a los de gasolina, según el informe Electric vehicles from life cycle and circular economy perspectives. Pero la diferencia podría ser mucho mayor. En caso de que toda la energía con la que se recargase la batería saliese de fuentes renovables, las emisiones serían de casi un 90% menores que las de un coche convencional.
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