“Soy amigo de Sarah Connor, me han dicho que está aquí, ¿puedo verla? ¿dónde está? Volveré”, es la voz del Terminator T-800, un androide exterminador enviado a través de una máquina del tiempo desde el futuro para aniquilar a la raza humana y asegurar el fin del mundo. Es el sonido del caos, el apocalipsis humanoide, la rebelión de las máquinas.
“Volveré” (I’ll be back en inglés) es considerada como una de las 100 mejores frases de la historia del cine. La expresión se hizo mundialmente famosa a raíz de la película Terminator, un clásico del cine de los 80 considerado por muchos historiadores y amantes del séptimo arte como película de culto del género ciencia ficción.
La cinta dirigida por James Cameron, y protagonizada por Arnold Schwarzenegger, narra un futuro distópico donde la Tierra ha sido devastada por un ejército de cyborgs liderados por Skynet, una inteligencia artificial capaz de controlar y dirigir todas las máquinas. El Terminator T-800 es enviado a la Tierra desde el año 2029 a 1984 con la misión de exterminar a Sarah Connor y garantizar la supremacía y el dominio de los robots en el mundo.
Sólo quedan 9 años para el 2029 y, de momento, parece que estamos lejos de ese futuro apocalíptico planteado por Cameron. No obstante, la robótica y la coexistencia con los sistemas autómatas es uno de los temas que más controversia genera en la actualidad.
Si bien los más escépticos plantean una visión futurista y caótica de un mundo gobernado por máquinas, otros simplemente consideran estos sistemas inteligentes como una oportunidad única para mejorar nuestras vidas.
Hasta ahora, el uso de robots había estado limitado, en gran parte, a funciones rutinarias. A medida que las tecnologías han ido evolucionando, la presencia de robots se ha convertido en una tónica cada vez más habitual en empresas de todos los sectores. Y lo mejor está aún por venir.
En la actualidad, estamos viendo un incremento notable en el uso de la automatización y la robótica en todas las industrias, especialmente en áreas que involucren tareas repetitivas. La implementación de estos estos sistemas inteligentes, para la realización de funciones rutinarias, mejora considerablemente los índices de productividad y seguridad en el entorno laboral. Asimismo, estos robots pueden asumir los trabajos que pueden entrañar mayor peligro y complejidad para el ser humano.
Además, estos robots trabajan en equipos multidisciplinares, siempre bajo la supervisión del ser humano, que se encarga de gestionar de formar remota diferentes proyectos simultáneamente, asegurando que cada uno de estos sistemas cumple con sus funciones adecuadamente.
Por otra parte, las tecnologías de automatización inteligentes intercambian grandes cantidades de datos, sin necesidad de intervención humana y con el fin de ejecutar múltiples acciones. Por ejemplo, en el sector de las infraestructuras, los drones pueden escanear el lugar donde se esté llevando a cabo el proyecto, inspeccionar el trabajo, utilizar los datos recopilados para predecir y resolver problemas antes de que surjan y enviar la información necesaria a grúas o excavadoras inteligentes.
Otro dato interesante es la presencia del ser humano en el lugar donde se ejecutan estos proyectos. Las pocas personas que acceden al sitio pueden utilizar exoesqueletos robóticos que usan tecnología de control neuronal para mover y controlar la maquinaria y otros robots que se encuentren en la zona. Y hablando de exoesqueletos ¿recuerdas el iFriday en el que hablamos sobre estas máquinas? Accede aquí
No cabe duda de que la integración de autómatas en las actividades y operaciones de las empresas se convertirá en una práctica cada vez más extendida. Según un informe de McKinsey & Co, para el 2030, el 20% de la población activa global será sustituida por robots. No obstante, este cambio en el modelo productivo generará una amplia demanda de nuevas capacidades para gestionar y mantener dichos activos.
La robótica será uno de los grandes desafíos de la humanidad en los próximos años. Realidad o ficción, armonía o conflicto, oportunidad o amenaza, el debate está servido. “Sayonara, baby”.